Encuentran restos de microplásticos en el intestino humano

Encuentran restos de microplásticos en el intestino humano

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Viena en colaboración con la Medio Ambiente del país ha hecho saltar todas las alarmas. Se han encontrado restos de microplásticos en el intestino humano, en forma de párticulas de policloruro de vinilo (PVC), polipropileno, tereftalato de polietileno (PET) y otras sustancias, provenientes seguramente de los vertidos a los océanos que tanto han sido ya denunciados.

La comunidad científica lleva varios años avisando sobre el inminente impacto de los plásticos en el medio ambiente. Desde la década de los sesenta la producción de plásticos ha incrementado hasta casi un 9% por año. Según la ONU en el pasado año 2015 se alcanzó una producción de 322 millones de toneladas de plásticos. Era evidente que antes o después todo este plástico arrojado principalmente a nuestros mares y océanos, dicen los datos que unos ocho millones de toneladas al año, acabara volviendo a nosotros. El plástico se va degradando debido a la acción del agua, el contacto con los microorganismos y el efecto de la luz solar, hasta reducirlo a pequeñas partículas de unas micras de longitud, milésimas partes de un milímetro, que el plancton microscópico las confunde con alimento.

Las bases del estudio

El estudio piloto ha sido realizado con un grupo reducido de ocho personas procedentes de diferentes países, Finlandia, Reino Unido, Austria, Países Bajos, Italia, Polonia, Rusia y Japón. Salió a la luz durante la celebración de un congreso de gastroenetrología (UEF) celebrado en Viena, capital de Austria.

El estudio consistía en anotar todo los alimentos que ingerían durante una semana, si era fresco o envasado y el tipo de envase que contenían los alimentos. Los ochos sujetos que participaron en la investigación consumieron alimentos envueltos en plástico y bebieron de botellas elaboradas con ese material. Seis de los ocho participantes comieron pescado y ninguno era vegetariano. Pasada esa semana los investigadores tomaron muestras de las heces de cada sujeto para proceder a su análisis.

Los investigadores encontraton nueve de los diez plásticos que buscaban con una longitud entre 50 y 500 micras. Lo plásticos más comunes encontrados fueron el polipropileno (PP), utilizado en la producción de los envases de zumos y leches, el teraftalato de polietileno (PET), utlizado en la mayoría de las botellas de plástico. Los investigadores encontraron como media 20 partículas de microplásticos por cada 10 gramos de materia fecal. La investigación no pudo determinar el origen de las partículas halladas en las muestras con seguridad. Phillip Schwabl, gastroenterólogo y hepatólogo de la Universidad Médica de Viena y principal autor del estudio, confirmó que finalmente los restos de plásticos llegaron a nuestro intestino.

“Se estima que entre un 2% y 5% de todos los plásticos fabricados acaban en nuestros mares y océanos, siendo consumidos por las criaturas marinas para acabar formando parte de nuestra cadena alimenticia“

Riesgos para el ser humano

El riesgo para el ser humano puede ser muy grande aunque no haya estudios a día de hoy que definan el umbral de tolerancia de la ingesta de plásticos en el ser humano. Según Phillip es fundamental estudiar y ampliar los ensayos sobre esta materia. Preocupa sobre todo los daños adicionales en pacientes con problemas gastrointestinales afectandoles a la tolerancia e inmunidad del intestino favoreciendo la transmisión de químicos tóxicos y patógenos. En estudios con animales la mayor concentración de plásticos se encontraba en el intestino pero que las partículas más pequeñas de microplásticos podían introducirse en nuestro torrente sanguíneo, formar parte de nuestro sistema linfático y también depositarse en el hígado, añadió Phillip.

Según el último informe de la FAO en 2016 sobre presencia de microplásticos en la vida marina dictaba que hasta 800 especies de moluscos, peces y crustáceos han ingerido plásticos de nuestros mares. Aunque la gran mayoría de las partículas se quedan retenidas en el aparato digestivo, sin riesgo aparente pues esta parte se desecha al comerlo, existe un alto riesgo cuando hablamos de mariscos o peces más pequeños donde su ingesta es total.

Otro estudio reciente de Greepeace dictaba que especialmente en Asia la gran mayoría de la sal marina de uso doméstico contenía microplásticos.

Como hemos dicho a día de hoy no hay ningún estudio que nos diga cual es el umbral a partir del cual un ser humano correría peligro al ingerir plásticos. Hablamos de dos problemas principales, siendo el primero tener plásticos en nuestro organismo que afecten a nuestra correcta absorción de nutrientes y segundo la posible toxicidad de sus componentes químicos. Existen varias estimaciones en diversos estudios que nos dicen que por ejemplo un ser humando puede llegar a tragarse 37 partículas de plástico al año procedentes de la sal común y que un buen aficionado al marisco podría comerse hasta 11.000 partículas en un año.


La OCU informa en su último informe que en sus estudios con varios productos han localizado microplásticos en el 68% de alimentos. Algunos ejemplos son la sal de mesa, langostas, gambas y langostinos, mejillones, almejas y chirlas, algunos peces e incluso la cerveza y la miel.

Los productos abrasivos como limpiadores faciales, jabones, champues y pasta de dientes han añadido partículas de plásticos más baratos que los exfoliantes naturales. En sus etiquetas vemos microperlas cuando en realidad están compuestos por “polietileno” o “polipropileno.

Casi todas las aguas embotelladas de las principales marcas contienen pequeñas partículas de plástico. Se han examinado 250 botellas de marcas diferentes compradas en hasta 9 países diferentes y el resultado es una media de 10 partículas de plástico por cada litro, algunas más gruesas que un cabello humano.

Los plásticos están formados por cadenas de hidrocarburos que al estar en contacto con objetos calientes, generan vapores que pueden causar problemas de salud como diabetes, cáncer y enfermedades renales.


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